martes, 19 de junio de 2007

Una web de todos, para todos y por todos



Como todo medio nuevo, en un principio Internet causó expectación y recelo al mismo tiempo. Aún hoy en día, algunos seres ávidos de información muestran desconfianza frente a esta nueva herramienta pues obliga a repensar aspectos como autoría, identidad, ética, estética, retórica, autoridad y privacidad, por nombrar algunos.
Pero, entonces, ¿qué hacer frente a esta alucinante posibilidad de información a la orden de un click: autores, noticias, textos, imágenes, videos de cualquier lugar y en cualquier momento?, ¿realmente vale la pena moverse en esos terrenos movedizos, donde existe la posibilidad de que tu identidad sea sustituida por un sobrenombre cualquiera, donde autoría pueda ser olvidada o incluso tu privacidad se vea atentada?
La subjetividad se hace presente ante la posibilidad de dar respuestas a estas interrogantes, pues lo que para unos ha llegado a constituir una herramienta indispensable para cualquier aspecto de su vida cotidiana, para otros puede representar la posibilidad de entrar a formar parte de un grupo donde los límites se vuelven moldeables y, a veces, se bifurcan.
Pero si entre vivencias cotidianas los límites, muchas veces, se vuelven difusos ¿Cómo esperar que en este nuevo medio creado por nosotros mismos no se presente tal situación? Ya lo había asomado Marshall McLuhan con su famosa frase “el medio es el mensaje”.
A tal nivel se trastocan las cosas que ahora no somos únicamente espectadores de lo que otros presentan. Como todo evoluciona, la Web no se quedó atrás, con la Web 2.0 cualquiera puede publicar contenidos sin necesidad de llegar a ser experto en alguna materia o, incluso, presenta la oportunidad de refutar o modificar la información que cualquiera haya publicado.
Es ahí donde realmente este medio presenta un gran cambio, donde realmente se evidencia algo totalmente nuevo. Durante los primeros años de Internet el rol de espectadores seguía vigente, lo nuevo venía por parte de la posibilidad de acceder a tanta información, pero seguíamos siendo espectadores de lo que otros realizaban, a veces, con un cambio en la autoría del material, pero al fin y al cabo, espectadores.
“Nosotros lo haremos, tú lo harás”, “Tu y yo crearemos la web con su base de datos consolidada”, “Nosotros somos la web”, son las frases que se empiezan a escuchar. Frases que parecieran utópicas, pero que si las repensamos no están tan lejos de realidad como parecen estar.
¿Cómo será? ¿A que nos estamos enfrentando? Se trata de un concepto diferente, que parte de una transformación de las aplicaciones tradicionales en función de una Web enfocada hacia el usuario final, donde a su vez se necesitan los servicios y la colaboración de ese mismo usuario, que antes se consideraba final, para que la Web funcione; pues su esencia pareciera estar ahí en la contribución, en la negociación, en la colaboración de personas comunes y corrientes.
Este fenómeno más que un desarrollo tecnológico, nos habla de un cambio de actitud en todos los sentidos, en la forma de relacionarnos, en la forma de comunicarnos, pero sobretodo, el cambio se siente por la búsqueda de enlazar cada vez más a las personas para que puedan poner cosas en común, para que puedan compartir información, para que puedan crear conocimientos.
Es por ello que como especialistas de la comunicación, no podemos quedarnos con la necesidad de analizar las viejas estructuras en las cuales se ha posado la sociedad, en donde existe una lucha constante sobre el derecho de autor, por ejemplo. ¿Hasta qué punto es necesario este elemento cuando existe la posibilidad de generar caldos de cultivo de conocimientos disímiles? Una vez más se comprueba la inexistencia de una verdad absoluta, una vez más nos topamos con la ética de aquellos que presten colaboración o accedan a la Web, en quiénes se deberá confiar, pues al fin y al cabo si una idea es demasiado buena más allá de reconocer a su autor, resulta fundamental su difusión, que está llegue a la mayor cantidad de personas para que los aportes se vean al máximo. Así como también se debe comenzar a explotar las potencialidades de este nuevo medio de comunicación que plantea un cambio de paradigma, en un principio complicado, pues implica adentrarse en un mundo desconocido. Pero más allá de la naturaleza humana renuente al cambio, por ti, por mí y por muchos, vale la pena arriesgarse, vale la intentar, vale la pena experimentar.

Francis Ramìrez y Edixandra Oviedo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo, que soy una romántica, me mostraba rticente a este tema de las "nuevas teconologías". No obstante, ahora que nos hemos metido en esto de los blogs me parece simplemente maravilloso el tema de la web 2.0. Para m{i este tipo de plataforma son las expresioes de libertad del siglo XXI en tanto permiten la verdadera democratización de los contenidos. La web nos obliga a replantear nuestras relaciones interpersonales (pues permiten la creación de comunidades globales)y hasta nuestros sueños (imaginen a los que queremos publicar nuestro librito de cuentos y debemos batallar con un editor), ahora con una hora tenemos nuestro propio espacio abierto al mundo para exponer nuestro trabajo. ¡como han cambiado las cosas!

Anónimo dijo...

De eso, se trata! Democratizar contenidos y conocimientos!

Anónimo dijo...

Disculpen la coma! Error de tipeo!